Si me preguntases hace unos años sobre si un aparejador debería “mancharse las manos” en obra, sin dudarlo te diría que sí. Para mi era una forma de ganarme el respeto antes obreros o el promotor, de demostrar que no “se me caían los anillos”.
Y sí, funciona, es una manera fácil y rápida de empatizar con tu equipo, y en muchas ocasiones te considerarán más cercano.
Desde un punto de vista práctico, el inconveniente de tomar como costumbre trabajar físicamente en obra, es que dejas de hacer tu trabajo, que es por lo que te pagan.
En vez de ir a la ferretería…
de transportar una herramienta…
de echar una mano con la manguera de agua para regar ese forjado o ese barro del camión…
¿no sería mejor?
Ir preparando la certificación
chequear la evolución de los tajos
o preparar un 3D de esa parte de obra que no se entiende bien en los planos?