Sobre los baremos orientativos de los aparejadores y los certificados de eficiencia energética baratos

¿Te quejas en las redes sociales de lo mal pagados que están los Certificados de Eficiencia Energética?

Yo te pregunto.

¿Te lo ha pedido el cliente?.

«No, pero bueno, es un documento muy útil que patatín y patatán….»

Repito. ¿El cliente demanda ese producto al mercado?.

«No, pero ¿Y qué?, se trata de un requisito legal imprescindible para vender y alquilar viviendas bla bla bla…»

Vamos a ver. ¿Está más feliz, tu cliente, con el Certificado de Eficiencia Energética?.

«No.»

Pues entonces, ¿de qué te quejas?.

Si pretendes que un ciudadano de la calle, esté dispuesto a pagar más de lo necesario ,por un documento que, ni ha pedido, ni le sirve para nada más que para cumplir una norma, pague más de lo imprescindible por él, entonces, y me vas a perdonar la vulgaridad…

No tienes ni puta idea de cómo funciona el mercado.

La gente compra cosas o contrata servicios, básicamente porque le da la gana.

La gente ve anuncios super currados en televisión, escuchas conversaciones en el bar o en el gimnasio, comenta en las comidas familiares,… y llega a la conclusión de que tiene que comprarse un iPhone 6 Plus por 800€ porque va a ser mucho más feliz.

Y fíjate, que el del iPhone Plus, pudo haberse comprado otro mucho más barato. Pero no, allá se fue el sujeto con el salario de un mes a comprar algo que, básicamente, utiliza para wasapear con los amigos.

Otros se gastan un dineral en comer, en masajes, en hacer deporte extremo o en vacaciones.

Todos lo hacen libremente y contentos. Ahí está el mérito. Ahí está nuestro reto a conseguir.

¿En qué se parecen un chaleco fluorescente amarillo, la ITV y el Certificado de Eficiencia Energética?

Las tres cosas son imposiciones legales, por eso, te compras el chaleco de 6€ en el chino, pasas la ITV por obligación, y pagas lo mínimo por un Certificado maravilloso de Eficiencia Energética.

Yo no quiero ganarme la vida así.

Fíjate que la cosa viene de largo.

Todavía, a día de hoy, la gente no sabe para qué servimos los aparejadores. ¿Arquitectos pequeños?.

Llevamos años al amparo de las leyes protectoras, cambiando de nombre y peleando con otros técnicos. Todo esto ocurre, porque como ha pasado con los colegios de aparejadores, las universidades y los políticos, vivimos de espaldas al cliente, al ciudadano. Y esto, ahora más que nunca, es inviable.

Ya no se puede trabajar de espaldas al ciudadano. Vas a fracasar sí o sí.

Cuando ofrezcas un producto o servicio tienes que poner «cachondo» al cliente. Ese es el reto.

Y si tu producto, por desgracia, es un Certificado Energético obligado por ley, pues tendrás que ajustarle el precio lo máximo posible y, si hace falta, importarlo de china para venderlo más barato.

Es que vamos a ver, que ya me estoy calentando con el tema, acaso cuando vas a pasar la ITV  de tu vehículo, ¿estarías dispuesto a pagar más a cambio de una revisión mejor?. Sé sincero. Pues claro que no, ya te lo digo yo.

La ITV del vehículo se pasa porque nos obligan y maldices el momento porque te hace perder tiempo y dinero.

«Si tengo el coche mal pues ya lo llevaré al taller», piensas.

A mi me tocó realizar, a medias con una amiga, un par de certificados de eficiencia energética. En todos ellos incluía un 3D con Revit. Así el cliente, al menos, veía algo que podía entender. ¡Qué importante es eso!, que el cliente nos entienda, y qué poco lo practicamos.

¡Qué poco nos importan los clientes!.

Los maltratamos. Herimos su dignidad cobrándoles por servicios que no nos han pedido y aún encima nos reímos en su cara porque estamos bajo el amparo legal. Nos tienen que contratar «por huevos».

¿Cuántas personas, que se quieren hacer una vivienda unifamiliar, saben que necesitan un aparejador? ¿Cuántas de esas personas se han enterado en el Ayuntamiento o en el despacho del arquitecto?. ¿Cuántas, al pagar los honorarios, estarán realmente satisfechas con lo que están pagando?.

¿Te estoy dando mucha caña?. ¿Vas a llorar?. Tranquilo, he pasado por eso.

Yo he chupado mucha obra desde todos los puntos de vista, hasta de peón a 50€ la jornada de 8 horas.

En cierta ocasión, un cliente que me contrató como dirección facultativa, al final de la obra, me dijo que no estaba satisfecho con mi asistencia a obra. Tenía razón. Aquel chalet estaba en «casa dios», yo estaba super ocupado con unos edificios grandes y me daba cien patadas recorrer 70 km para ver los avances de Manolo y Benito. Es igual, tenía razón. Al final no le cobré, y eso que no me sobraba el dinero, pero me sentí mejor.

Desde aquella vez procuro ganarme cada euro que me pagan, y si veo que no voy a poder cumplir mínimamente, digo que no.

Puede que te de la impresión de que no me gusta mi profesión de aparejador o de que estoy encabronado con el sector. No es así exactamente. Estoy orgulloso de ser aparejador y sí, estoy encabronado con el sector. El sector de la construcción necesita una renovación urgente.

De darle valor a tu producto o servicio no te dan clases en la escuela. Esto se debe, quizá, a que el profesor, con su plaza fija en la universidad, nunca ha sentido la necesidad de venderse, al menos desde hace décadas.

Los baremos orientativos son otra mala forma de ganarse clientes.

El anhelo por legalizar un baremo orientativo de honorarios me revuelve un poco las tripas. Me ofende.

Es como si el concejal de fiestas de mi pueblo pretendiese contratar a Bisbal siguiendo el baremo orientativo de tarifas de cantantes. Como si Cristiano Ronaldo cobrase a razón de baremo orientativo de tarifas de futbolistas.

¿Sabes por qué los aparejadores y otros técnicos necesitan una tarifa de precios?. Porque no son capaces de ofrecer un producto o servicio que aporte valor real al ciudadano. No son capaces de transmitir ese valor. Y por eso, tienen que refugiarse en algo, con un sello oficial, que le diga al cliente lo que tendría que pagar por un servicio tan valioso y fundamental para su vida.

Yo no cobro ahora lo mismo que hace unos años. Cobro menos de un tercio y, te puedo asegurar, que soy mejor profesional cada día. Pero eso no me preocupa. El mercado marca los precios. Hay épocas mejores y épocas peores. Lo importante es mantenerse activo, aprender y estar preparado para nuevas oportunidades laborales. Esto ocurre en todos los sectores. Es natural y es bueno.

El objetivo último de todo profesional debe ser la satisfacción del cliente. Ofrecer productos y servicios que enamoren al cliente, o que no lo enamoren, pero que contraten con libertad y satisfacción.

Te invito a escuchar un podcast de Enrique Alario en el que entrevista a José Antonio Otero, presidente del Consejo General de la Arquitectura Técnica de España CGATE. Lo que decía, más o menos, es que los aparejadores deberíamos esforzarnos más en obtener competencias que en ganar atribuciones legales. No puedo esta más de acuerdo.

 

Este artículo se lo dedico a @CalvoconBarba que me enseña a comprender a los clientes.

Paz!.

ABRO HILO: BAREMOS DE HONORARIOSSiempre hemos escuchado que no puede haber BAREMOS DE HONORARIOS porque lo prohíbe la le ley (en concreto el apartado 1 del art 1 de la Ley 15/2007)Lo que nadie dice es que esa misma ley en ese mismo artículo permite excepciones (apartados 3 a 5)

— Fran Castro (@FranCastroEsp) 17 de junio de 2019

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