Ahora que has llegado hasta aquí haciendo lo que haces y sabiendo lo que sabes, vamos a pararnos a contemplar el paisaje un rato.
Sácate la mascarilla que vamos a respirar un poco de aire fresco.
Una de las cosas que más me ayudó a retomar la profesión de aparejador con más ilusión fue salir del sector de la construcción por unos años. Dedicarme a otras cosas.
La obra es muy absorbente. Es como si fuese el puto ombligo del mundo.
Todo son prisas, todo para ayer, gritos, pagarés, confirmings, firmar papeles, meterte un buen puro, putearte para cobrar, pelear…
llegas a pensar que es super importante lo que hacemos en las obras y que el resto del mundo no se enteran de lo que es trabajar de verdad. Qué sabrán ellos!
A mi me gusta fijarme, cada vez más, en las empresas que “me sacan” dinero. Quiero decir a las que yo pago voluntariamente y con mucho gusto.
Me da igual el sector.
¿Por qué nos dejamos 400 € al mes en la frutería?
¿Por qué tengo mis teléfonos con Pepephone?
¿Por qué el otro día me compré un mapa que no necesitaba?
¿qué me chifla de Storytel?
y de Snagit ?
¿Cómo es posible que llegase a gastarme tanto dinero en un curso privado de GTD ?
y que, por otro lado, no le prestase a mi mujer 10 € y terminásemos discutiendo?
Pues yo creo, que detrás de cada gasto que te he mencionado, hay marketing.
El marketing no es un señor con chaqueta y corbata timbrando en la puerta para venderte un seguro. El marketing es la historia que hay entre un producto o servicio y tu tarjeta de crédito.
¿Sabes por qué la mayoría de los jefes de obra no tienen Presto, se tienen que joder con el Excel, y sin embargo el oficial sí que tiene un martillo HILTI de 2000 € ?
Te lo digo…
es porque no sabes contarle la historia adecuada a tu jefe. No digo que sea fácil, pero esa es la razón. Igual tu jefe simpatiza más con un obrero sudoroso que con un universitario de vida cómoda. Puede ser…
lo que pasa es que esa falta de simpatía deja de ser importante en el momento que demuestras a tu jefe que está perdiendo tiempo y dinero por no usar bien el Presto.
Yo, sentado en tu silla, puedo hacer que salga llorando, o como mínimo avergonzado. Pero el mérito está en que lo hagas tú.
Si haces eso será tu primera gran venta. Vender tu idea a alguien que no piensa necesariamente como tú es un gran éxito.
Y esa es la reflexión. Ponte la mascarilla que seguimos. No somos el ombligo del mundo. De vez en cuando levanta la mirada y pregúntate cómo vender más, cómo trabajar menos y cómo conseguir que los clientes te paguen, cada vez más contentos.
En el podcast de esta semana te hablo de una pedazo de empresa y de alguna herramientas que te pueden venir bien. Porque no todo es Autodesk en la viña del señor.